Nada me haría más ilusión que vinieran las abejas, especialmente porque si vienen, les aseguro que no les intentaré quitar ni la miel, ni el polen, ni la cera, ni el propóleo, ni nada: que vivan en su casita, que aquí nadie les hará mal.
Dentro hay un trozo de panal viejo.
No sé si poner un letrero de bienvenida...¿sabrán leer?
Y luego os enseño el regalo de Reyes: la colmena rescatada.
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