Yo no dudo que los perros urbanitas sean felices. Seguramente hay muchos que sí: acompañando a sus amigos humanoides, bien cuidados, con sus paseos regulares...pero no hay perro más equilibrado, feliz -sí, feliz- que un perro que comprende que su interacción con los humanos no es meramente de compañía.
Las patrullas de la Guardia Pretoriana perruna siguen. Cada día, a las 6 de la mañana, me despierto. Josep duerme: él está más fatigado que yo. Y es inmediato: en cuanto pongo un pie en el suelo, Troya y Kira están a mi lado. Saben que espero de ellas que sigan al zorro, que lo ahuyenten, porque se come a las gallinas. Y están esperando el momento: la indicación, una voz, -venga-, un movimiento de mi mano. Allá van: esta mañana, nuevamente, el zorro estaba agazapado en un montículo de ramas. La carrera, espectacular. Y al regreso, el perro, acariciado, felicitado, sabe que es útil, que ha hecho lo que esperábamos de él, que es necesario, que lo necesitamos. No vive en vano.
6 comentarios:
Todo eso está muy bien, pero jo ¿a nadie le da pena la pobre raboseta hambrienta? :)
A la pobre raboseta hambrienta le ponemos pienso de perro y dice que se lo coma Rita la Cantaora.
Ergo tiene mala intención...
Y suerte que es Robin, porque seguramente los lugareños ya le habrían pegado perdigonada...
Víbora, Víctor, que eres un víbora...qué van a hacer eso, hombre...
:= :=
Supongo que si ha comido carne esta dificil que coma pienso ,es como si a ti te dieran ahora verduras congeladas....es una Rabosa ...pero no es tonta ;)
Bueno, por lo menos que no se diga que no hubo buena voluntad... :(
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