Atardeceres de fuego y hielo, de enero, que enardecen sentidos. Una inquietud, el deslumbre que anuncia algo inesperado, diferente, fuego del cielo...es el sol en su hasta luego nocturno, dándonos la promesa de su regreso. Se va, y el calor de su presencia es sustituído por la gélida pátina del agua que se condensa sobre la tierra fría, pero no por ello menos viva. Llega la noche con su fondo de estrellas y su ánima de ensueño.
-Estás muy poética tú, hija mía...
-Cosas de la vida, Xènius querido. Que la gente va falta de cariño, hombre, y qué cosa mejor que un abrazo bien dado, de esos envolventes, frente a un atardecer de enero...calor mútuo, leches. Espabilad y preparad algo guapo para esta noche, muchachitos de Sherwood...calidez...que hace frío fuera... ;)
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