Cuando vamos de excursión todo molesta: llevar bolsas es un coñazo, y contra menos peso se cargue, mejor. Las botellas y recipientes varios son insoportables de transportar, sobre todo si hay que subir cuestas...
¿Qué mejor que llevar la bebida en pequeñas dosis? Eso sí, el agua es imprescindible. Pero dado que brota espontáneamente en forma de fuentecillas y amables manantiales, eso no será problema. Y si queremos disfrutar de un refresquito adicional, ahí va la receta de una limonada en pastillas de lo más adecuada:
con azúcar el polvo y zumo de limón se hace una pasteta espesa. Las cantidades, a ojo. Se debe calentar esta mezcla hasta que se vuelva fluída, teniendo en cuenta que los cristales de azúcar deben quedar bien disueltos, que no se vean. Llegados a este punto de plasmo, la mezcla se vierte en moldecillos, en los cuales se solidificará y si tienen la forma adecuada, formarán pastillas o tabletas de muy fácil transporte. Para usarlas, nada más sencillo: se disuelven en agua.
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