Pues ya están en marcha. Las hojas de los árboles, con tanta agüita primaveral, están tan sanísimas y limpias de polvo que captan los rayos solares a la perfección, de manera que la fotosíntesis, activísima, está favoreciendo el engrosamiento de las cerecillas.
Siempre hay una más gorda, que destaca de las otras: el cerezón. Algunas, las más pequeñas, se caerán. Para compensar. Pero bueno, la cosa pinta bien.
Pasear en junio, bajo los cerezos, a la caída de la tarde, sorbiendo el jugoso fruto de los labios del amado...
-Eeeeeps¡¡¡¡¡ Que desvariamos, señora Primavera...
-Uy sí... ;)
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