Si caminas por el monte, no tienes frío: al revés, subes bien ligerito sin sudar. Lo malo es que se tiene que ir parando para que las cabras coman: entonces los pies se van enfriando, y el frío sube por las piernas...apetece volver a casa, y ponerse al lado de la estufa; no por mucho tiempo: hay que cortar olivo para las cabras, que siguen comiendo. Y regar las plantas de la casa de madera. Pero para regar hay que usar agua templada: hay que calentarla. Plantar los esquejes, rizomas y bulbos. ¿Dónde? A buscar más macetas. Y tierra buena.
Ay Señor...aquí no se para...
El frío fatiga, da sensación de cansancio. Por la noche, apetece meterse en la cama, bien caliente, y abrazando al otro. Su calor...inigualable. Me apoyo en su pecho. Si no fuera por él, nada de esto sería posible.
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