Está muy bien la levadura granulada que usamos para hacer el pan, pero es tontería comprarla si podemos perpetuarla. Para ello, nada más sencillo que coger un poco de la masa que estamos trabajando para hacer nuestro pan, después de las dos horas de fermentación que indica el sobre, añadirle un poco más de harina, un poco más de agua y amasar amorosamente con los dedillos; tapamos con un papel film (no del todo, que pueda respirar) y...listo. Importante: el agua no debe ser de los grifos de agua potable, porque está clorada y nuestras levaduras se irían al garete; debe ser agua de pozo, de fuente o de lluvia. Así, con sus bichitos. Al día siguiente, veremos con gozo que se han producido agujeros en la masa, y si la olemos, huele inconfundiblemente a alcohol: nuestras levadurillas están creciendo y llevando a cabo la fermentación alcohólica. ¡Ya tenemos nuevas amiguitas!.
2 comentarios:
Robín , pero como inicio para hacer la levadura madre . Eso es un tema que me ha confundido siempre. Yo quiero tener la levadura madre , ir usando la que voy necesitando y aumentando la que va quedando . Necesito que me orientes. Deseo también que te encuentres mejor de tu mal estado que leí en una entrada. Mil abrazos
Te enviaré más información por mail, Candela.
Publicar un comentario