Bueno, ha pasado el suficiente tiempo para que ya tengamos evaluados los resultados de mis tratamientos con plantas sobre mis dolencias. Y adelanto: resultados satisfactorios.
Durante este año y medio, he tratado los siguientes problemas de mi cuerpo serrano:
-resfriado: infusiones de tomillo muy concentrado endulzado con miel. En tres días, se acaban los principales síntomas (febrícula, tos, dolor de garganta y secreción nasal).
-eczema en la planta del pie: lesión de tipo psoriásico, que antes trataba con corticoides tópicos. El tratamiento esta vez ha consistido en aplicar dos veces al día crema de caléndula. La lesión se ha curado definitivamente. Hay que reconocer que en este caso, el tiempo de curación ha sido largo comparado con el que se obtiene al usar las pomadas con corticoide. Pero el objetivo está conseguido: he curado mi lesión.
-dolores articulares debidos al sobreesfuerzo o a contusiones: alcohol de romero. Alivia y refresca. Acompañado de un buen masaje posterior para que penetren los principios activos disueltos en el alcohol, se produce un efecto calorífico que ayuda a disminuir las sensaciones dolorosas. Bajo mi punto de vista, se obtiene igual eficacia que usando pomadas de antiinflamatorios de uso tópico.
-conjuntivitis y pequeñas lesiones oculares: infusión de camamilla (manzanilla). Eficacísima, he obtenido alivio inmediato de la sensación dolorosa, así como de la rojez de la conjuntiva. Me he lavado los ojos a menudo, cada vez que notaba que el ojo lo pedía. En dos días, el problema está resuelto. Con el alivio añadido de que la infusión, templada, produce una deliciosa sensación de arrobo, mientras que los colirios, fríos y menos amorosos, me han resultado siempre algo molestos cuando los he usado.
Así pues, tenemos cuatro ejemplos contrastados por mí misma en propias carnes. Según vaya testando más opciones fitoterapeúticas, las iré valorando y compartiendo. Aunque espero no tener que usar muchas, y en todo caso, para dolencias leves.
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