La recogida de la oliva es muy gratificante cuando ves la cosecha en tus manos, pero hijos míos, hay que reconocer que es un poco...coñacete. Nosotros no vareamos los olivos: mi maridín usa los cepillos o rasquetas, y yo, jiji total, uso mis manitas. De manera que acabo hecha una caquita. Ay, me tiro en el suelo para descansar un poco...pero no hay manera. A la que me ven en el suelo, ya tengo algún animal encima: o los perros, o los gatos...y porque no tengo elefante. Aina me usa de cojín.
Socorro...
Ay qué horror, en la foto ésta parece que no tenga cabeza...
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