viernes, 15 de julio de 2011

LA HIEL DE LA TIERRA


Centaurium minus, conocida por ser una planta protectora contra brujas y demonios, en épocas medievales.
La dulce plantita de estrellada floración es muy amarga, de ahí su nombre popular de hiel de la tierra. La criatura es un tónico amargo usado como revitalizante, y ayuda en las enfermedades hepáticas, como todas las plantas que tienen ese peculiar sabor. Parece actuar también sobre la diabetes y en caso de bajas defensas del organismo.

2 comentarios:

Eulàlia dijo...

Si ya te digo........segun en que forma nazcas ,te cuelgan la etiqueta y ale!!!! no se yo si aun funcionaran estas cosas contra las brujas malas ,pero por si acaso ;) k tal la infusion¿?¿? si vemos que no contestas ni dices nada mas sera que es venenosa:S jjjajajajja el otro dia me decia una amiga que se iba unos dias a su pueblo que alli se aburria ,que nunca pasa nada ,nu se yo por que aqui en La Palma es un no parar de descubrimientos (plantas) misterios (la roca) alegrias (nacimiento de la nena)gastronomia (los platos que nos pones) fenomenos paranormales (la mariposa) sexo (las cabras)esto es una pasada y leer tu blog ya te aseguro que es muy gratificante y ameno .Besazos!

Robin dijo...

Y ya te digo yo que hay para hacer por lo menos 10 entradas al día, pero hay que moderarse. Anda que no quedan cosas por explicar...el aburrimiento no existe si llevas los ojos bien abiertos. Ayer, sin ir más lejos: encontré menta en un margen, hice esquejes, el huerto está magnífico...
Sobre la infusión. Aquí topé con Xènius. Transcribo el diálogo:
-¿Qué haces, insensata?
-Una infusión de hiel de la tierra.
-Pero, a ver, cabeza de chorlito: ¿tú tienes problemas de diabetes?
-No.
-Hepatopatías, desórdenes metabólicos...
-No.
-¿Necesitas estimularte?
-No, más no, por favor.
-Entonces, ni se te ocurra tomarla.
-Tienes razón, Xènius. Aunque igual sí y no lo sé. La última analítica me la hice cuando aún reinaba César Augusto en Roma.
-Pues si quieres te hago un scanner rápido ahora mismo. Inicio proceso.
-Orden abortada, Xènius. Ni se te ocurra, que seguro que por dentro me crecen madreselvas. Y no quiero saberlo.
-Tú verás, niña.