Al grosellero que nos regaló Peret1945 no le gusta el sitio donde lo plantamos. Así que hemos ido a su rescate, para ponerlo en un macetón y colocarlo en el pasillo entre las dos casitas, a salvo de Peque y su terrible parentela, protegido por unas vallas, y a la sombra.
Estas plantas, como las frambuesas, como las bayas rojas, aman la umbría y las suaves temperaturas. Y aquí...va a ser que no.
Me acuerdo la primera vez que comí frambuesas silvestres. En el Pirineo francés, en la vertiente norte, en el valle de Eyna, lugar mágico y telúrico donde los haya, rodeados de menhires y de monumentos megalíticos, en un bosque increíble de abetos, en medio de una humedad primordial...si me concentro mucho, puedo estar allí-ahora en este mismo momento, o cuando yo quiera...pero tengo que hacerlo sin que me vea mi maridín, porque si no me empieza a preguntar: pero qué te pasa, qué haces...y se deshace el encantamiento.
Pues a ver si nuestro grosellero prospera ahora, y me temo que el frambuesero habrá que ponerlo en macetón también...
Pues a ver si nuestro grosellero prospera ahora, y me temo que el frambuesero habrá que ponerlo en macetón también...
No hay comentarios:
Publicar un comentario