De todas las cosas que he escrito esta semana, las más leídas han sido las referentes a la concepción del universo de Robin.
Me ha extrañado: pero veo que hay personas que no rechazan la filosofía. Yo que pensé que serían tildadas de peñazo y no las leería nadie...y tantos comentarios...
De todas las entradas, hay una que me dolió especialmente. La de Adiós al misticismo. Porque la escribí a regañadientes, a contracor, que se dice en catalán, en contra del corazón.
No puedo renegar del misticismo. No puedo renegar de lo que soy.
Mientras leáis esto, yo estaré camino de Guissona, en un autocar. Y no sabéis lo que me ha costado dejar mi casita en el monte, para hacer este viaje. No quiero dejar mi casa...
Ayer, mientras mi marido iba a buscar higos, me quedé en el aprisco. El cielo clarísimo, la fuerza de las rocas que me rodeaban, la luz...algo me hizo respirar hondo, muy hondo, y una enorme sonrisa me llenó la cara: no, no puedo renunciar a lo que soy. Porque soy la Tierra. Y se deshizo un nudo que llevaba en el corazón.
La mariposa cuántica ha cumplido su misión. El misticismo está salvado.
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