De eso nada. En verdad, estamos haciendo una representación teatral de La fierecilla domada.
Los bebés de Titi están preciosos, y aunque el día que los subimos a casa bufaban y hacían pff, pff, ahora se han hecho muy simpáticos. Ayuda el hecho de que les acariciemos muy a menudo, y que por la tarde les pongamos musiquita. Titi no se mueve del cojín, ni intenta cambiar a los gatitos de lugar. Si es que como en casa no se está; no sabemos qué la impulsó a parir en el barranco bajo un arbusto. Telurismos varios, supongo.
Observad el precioso patrón snowshoe de la gatita: nariz y hocico blancos, manitas blancas, patas traseras blancas hasta tres cuartos. Hay otras posibilidades, pero esta es la más perfecta.
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