Por suerte se le ha pasado la manía primigenia de pegarme topazos cuando Josep no está. Menos mal, porque igual me pone el útero por montera, y no conviene, si acaso. Tengo que ir, una y otra vez, al rescate de las ramas floridas; además, hace enfadar a las abejas, y me temo que se ha llevado ya algún picotazo en los morretes.
Al final, claudica, al cabo de unas siete veces de cogerlo por el collar y decirle que no, que vamos a otro sitio, hombre, que se está más recogidito contra el viento y tal...
Machos cabríos...
2 comentarios:
Pues que bonita imagen forma con el almendro en flor!!! Un abrazo
Es un animal muy bueno, la verdad. Cabezón, pero hermoso y amable.
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