Esto que escribo no debería ser desvelado: es un gran secreto. Un secreto que tienen guardado estas gentes del sur. El pueblo del río.
Yo siempre me muestro reticente a ir al sur: imagino más secano, más aridez, menos fertilidad.
Qué equivocada estaba.
Ebro abajo, el río genera una vega fertilísma. Y las sabias manos de sus habitantes la han transformado en un jardín del Edén mesopotámico.
Naranjos, limoneros. La flor de azahar, abriéndose. La bonhomía: cajas de naranjas, recien cogidas del árbol, limones perfumados. El perfume: el campo es fragante. Nos dicen: si pudiérias olerlo al amanecer...del árbol a la caja, sin más intermediario que nuestras manos.
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