Si tenemos un huevo, harina, tomate en conserva, calabaza y algo más que ya veré, se puede hacer una lasaña que calificaremos de antártica a causa de su aspecto algo pobre, pero siempre vitalizante.
Con leche y más harina haremos una salsa bechamel.
Tenemos unos cubitos de especias sabrosísimas que nos han llegado de Marruecos, ese bendito país del Norte de Africa.
La comida de hoy, resuelta en parte...
Para hacer las plaquitas de lasaña: por cada 100 gramos de harina, se necesita un huevo. Se pone en un bol la harina en forma de montañita y en medio se casca el huevo, y con un tenedor se va mezclando, incorporando la harina desde los bordes. Se amasa bien y se envuelve la bola en papel film durante 20 minutos. Es importante que el huevo está a temperatura ambiente.
Pasado este tiempo, con el rodillo se estira la masa, lo más fina posible. Se corta en rectángulos y se pone a hervir en una cazuela con agua hierviendo hasta que se ve que las láminas se agrandan y se vuelven manejables. Entonces se sacan de la cazuela y se ponen sobre papel absorbente. Y una vez frías para que puedan manejarse, se usan para montar las capas de lasaña. El relleno, a la imaginación. Nosotros pondremos puré de calabaza y tomate en conserva de La Sisquella. Luego la cubriremos con bechamel, que se hace con harina y leche, y la pondremos a gratinar. No hay queso, pero la cubriremos con un cubilete de especias. Ya pondré foto de cómo queda.
Se llama Antártica porque ayer escuché en la radio la entrevista a dos expedicionarios catalanes que van a ver si pueden llegar al polo sur magnético. Lo están pasando chungo, porque han llegado en un momento de tormentas fuertes con 35 grados bajo cero.
2 comentarios:
Robin voy a intentar hacerla, espero que no me pase como a tí con las migas, ja ja
Hola Dorisalon, pues espero que no te pase lo mismo, no, porque estaban...por la noche tuve que tomar bicarbonato...
La lasaña ha salido muy rica, la verdad.
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