Pues aquí está la lasaña antártica. Ha quedado divina. Y ya véis: lo único más laborioso es hacer las laminillas, pero cuesta tan poco...y el relleno, vegetal. Eso sí, hay que reconocer que ahora tengo mucha hambre, porque como sé que estos vegetarianismos no llenan el estómago devorador de mi maridín, se la he dejado casi toda para él, y yo me he comido una esquinita. Pero así deber ser, primero el macho dominante, que es el que tiene que traer la comida a casa y estar fuerte para defender a la hembra...¡¡jajajajjjjajajajaja!! Bueno, para defenderla y para...en fin...uuuuuhuuu¡¡¡¡
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