Están preciosas. Esa flor papilonácea blanco-azulada con los ocelos violáceos, semejando ojos, con el diseño adecuado para atraer a las abejas y abejorros. Vicia faba, el haba viciosa. Y tanto que lo es. Perfumada, también. El olor de las habas floridas...
A nosotros nos gustan pequeñitas, para hacerlas estofadas. En mi familia gustaban de comerlas crudas, enteras, así, directamente cogidas de la planta. Me acuerdo de mi tío Juan, de Jaén, constructor, que cuando pillaba un terreno, plantaba habas, y se las comía con tanto gusto...en su juventud pasó hambre, así que verlo disfrutar en su madurez de la prosperidad era gozoso. Era además un hombre tan generoso...ofrecía lo que tenía, quería a la familia...en fin, vaya recuerdos nos trae la observación de la floración de las habas. Bienvenidos sean los recuerdos. Mi tío murió, hace ya mucho tiempo: pero su sonrisa sureña y franca, la recuerdo como si lo viera aquí, delante mío, regando. ¡Aire a la hueva!, decía, cuando contaba un chascarrillo de su tierra.
¡Aire a la hueva, tío Juan!
2 comentarios:
Tu que eres mas observadora, fijate esta año como van los granos dispuestos en la vaina de las habas, los años bisiestos como este, van al reves que los años normales.
¡Ay va! Pues sí que lo miraré. No sabía de esta peculiaridad. Gracias.
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