Cástor y Póllux siguen con sus jueguecitos. Les encanta medir sus fuerzas entre ellos. Ya empiezan a perseguir a las hembras...bajo la atenta mirada de su padre Peque, que cuando ve que van demasiado lansaos los frena con sus berridos. De estos topazos fraternales no se deriva ningún mal: tan solo un desasosegante sonido cuando entrechocan las cornamentas. Aisss...suena muy fuerte...da la impresión de que tengan que romperse la cabeza...pero la tienen muy dura, y no pasa nada. Luego, empiezan a saltar, y se van corriendo, uno detrás del otro, inseparables.
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