lunes, 12 de septiembre de 2011

LA FIESTA (y II)

El baile es el centro de la fiesta, y aquí topo con roca: mi maridín no sabe bailar, según dice él, y es imposible sacarlo a la pista. Además, el tema se agrava cuando observas que la gente...¡sabe bailar muy, muy bien! Es increíble, cómo se mueven...y ya el momento cumbre, como si fuera una película como Siete novias para siete hermanos, es cuando la orquesta Himalaya empieza a tocar una canción country...y se forma un cuerpo de baile, todos sincronizados...¡parecía una película, de verdad!
Estuvimos hablando con una persona muy agradable, que en breves momentos me informó de lo siguiente:
-que los almendros no se vuelven amargos al varearlos.
-nos hizo una aproximación al clima de la zona. Con datos estadísticos que guarda perfectamente en su memoria.
-que no hay que ponerse nerviosita, como yo, cuando los romeros se vuelven amarillos: no significa el fin del mundo, como yo predico, que no se secan, que esto ha pasado toda la vida, y que a la primera lluvia que merezca tal nombre, volverán a su ser.
Vamos, que soy una agonías...
Y yo nada, impertérrita frente al vino, que no repito yo lo de ver dos lunas a la vez, que eso sólo pasa en Marte con Phobos y Deimos, sus dos satélites. Que luna sólo hay una...no dos, como veía yo desde la Sisquella.



¿Y están las dos en la misma fase?-intentaba averiguar yo, pobre de mi...

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