Pues sí, mis amigos me han regalado esta planta de Stevia ya en su ser, y a punto de florecer. Nada de angustiosos esquejes cuya viabilidad se ve comprometida al menor revés: una buena planta con sus raíces bien consolidadas. Eso sí, también protegida dentro de la casa de madera. Me ha hecho una ilusión inmensa. Ahora, a cuidarla bien. Y sobre todo, de cara al invierno: que el frío es mal amigo de esta planta de ultramar.
Por cierto, mirad qué bonito reloj antiguo tenemos: es de 1941. Escribiré sobre él.
Por cierto, mirad qué bonito reloj antiguo tenemos: es de 1941. Escribiré sobre él.
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