lunes, 11 de abril de 2011

GATO POR POLLO

Mira que podría ser sencilla la vida...yo tengo un gato. Tú tienes un pollo. A tí te gustaría tener un gato; yo necesito un pollo: pues nos lo cambiamos. Así ha sido desde tiempos inmemoriales, hasta que alguien se inventó las monedillas y el trueque se fue al traste. Las redes... Estamos tejiendo una red sutil. Las redes funcionan. De nosotros depende que sea más o menos amplia, que alcance más o menos territorio, que sea más o menos rica. De momento, la nuestra está en construcción, porque somos pocos y lejanos, pero bueno, nadie puede decir que no se intentó. (Yo creo que podía poner esto en el agujero donde me entierren, que esta es otra, no te pueden enterrar en medio del monte, al pie de los ruiseñores; hay que pasar por todo el ceremonial y al agujero negro...podían poner: que no sea dicho que no lo intentó...). Nuestra red sutil nos permite hacer un cambio con Mika, que tiene un pollo y quiere una gata, y nosotros, que tenemos gatos y queremos un pollo. Sólo hay que esperar a que la niña gata esté destetada, que falta poco porque ya come solita, y ¡hala!, tan sencilla la cosa. Hay que luchar por los intercambios, es tan sencillo...sí, ya se que es más sencillo llevar el dinero en el bolsillo, ir a la tienda y comprar...pero ¿y el espíritu de los muchachos de Sherwood?

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