La primavera tan calurosa y exultante provoca euforias en los animales. Cástor y Póllux empiezan a jugar con su primita Onga. Se dan topazos con los cuernecillos que les van creciendo día a día. La verdad es que recuerdan esos pequeños sátiros que iban por los pradillos de Arcadia, como el que no quiere la cosa, tocando la flauta entre la floresta...y ya se ve que empiezan a ir fuertecillos, porque llevan uno días que no paran de jugar a hacer simulacros de monta...¡ay Señor! Si es que la naturaleza es como es, una lujuriosa y promiscua Madre de todos...
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