¿Queréis un buen vaso de leche de cabra recién ordeñada? Estáis invitados, con su espumita y su crema deliciosas. Es de Morita, a la cual agradecemos que transforme los pinchos y cardos en proteína para los humanoides. Y no hay mejor manera de mostrarle nuestra gratitud que construir un corral con estancias como Dios manda. Así que la mañana se ha presentado laboriosa: el estiércol que limpiamos hace tres días del corral, lo hemos pasado por el cedazo y nos ha quedado un polvo fertilizante excepcional y unos restos de paja que no pasan la criba. Estos restos se mezclan con la arcilla de nuestra finca, sin necesidad de tamizarla porque es muy fina, y con un poco de agua ya tenemos la argamasa. Tras meditar si hacer adobes o usar la masa tal cual, hemos preferido esto último, después de ver unas fotos de las casas que se construyen la gente del pueblo Dogón. Hombre, la comparación es algo presuntuosa por nuestra parte, porque aquella gente construye maravillas, pero bueno, hay que empezar, aunque no se tenga mucha traza. Esta tarde pongo cómo queda la pared lateral que hemos empezado a construir. 
1 comentario:
Seguir este proceso va a ser fascinante, una vez más :D
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