Tenemos que ampliar el huerto para poder tener tierra adecuada para plantar los tomates. El trozo es el que ya llevamos tiempo abonando y removiendo con ayuda del clan gallináceo. Ahora hay que vallarlo para que no entren las cabras y las gallinas, puesto que está al ladito mismo del corral. Para ello, hemos cogido del bosque ramas de pino caídas, y limpias de ramillas laterales, sirven de postes para delimitar el terreno. Luego pondremos ramas más pequeñas transversales y una valla de plástico que tenemos. Hay que protegerlo bien, porque hay una bajada de jabalís desde el monte que es un contento: andan de noche escarbando la tierra, y aunque tan cerca de la casa no creo que bajen, mejor prevenir. Para asegurar los postes al suelo, no hace falta cemento ni nada de eso: haciendo un agujero y apuntalando con piedras y la tierra arcillosa húmeda es suficiente
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