COMER FLORES

Estamos leyendo libros sobre la miel y el polen, y el Proyecto Renasci está embarcado en la apicultura ecológica. Pero...de momento, la información que tenemos es más bien inquietante. Parece que a las pobres abejas no les hace mucha gracia que les esquilmemos sus alimentos una y otra vez, y por lo tanto se están yendo y las que quedan, enferman. Debemos ir no hacia una apicultura ecológica, sino como bien indica mare en su blog, hacia una apicultura natural. Algo difícil, lo reconozco, porque las abejas ponen sus casas en lugares no precisamente accesibles para nuestras ansias de comer, y además cuando pican hacen daño.

¿Y por qué no ir directamente a la fuente, al origen? ¿Por qué no comer directamente las flores? Me he hecho la pregunta al ver a Peque y las cabras tan contentas, comiendo las flores tiernas de estas plantas. Son argelagas, y tienen uno pinchos impresionantes. Y aún así, con cuidadito, se las van comiendo, no todas las de la misma planta para no acabar con ellas, lo que significa que deben estar muy buenas. Polen y néctar, directamente del fabricante...da que pensar.

Los humanos en este país no solemos comer muchas flores: recuerdo ahora las alcachofas, que son los capullos cerrados, y últimamente se han puesto de moda adornar algunas ensaladas con pétalos de rosa, flores de violeta, capuchinas...y las flores de calabacín rebozadas de los restaurantes de pijos. Es todo un campo por explorar, este de la florifagia.