Bueeeeno...después de un par de dias de reflexiones filosóficas y de notar el olor azufrado del Maligno por los alrededores, con noche con relámpagos lejanos incluída, volvemos a la normalidad. Mi cerebro ha tenido a bien esta noche enviarme un sueño en el cual David Bustamante, el cantante de Operación Triunfo, nos ayudaba en el transporte de una uralita para cubrir el tejado del corral. Como véis, el universo es mucho menos complicado de lo que parece y no merece la pena devanarse los sesos.
Volvemos a los casos prácticos. Si tenéis estufa de leña, debéis tener en cuenta dos cosas: cada cierto tiempo, dependiendo de las horas de uso y del tipo de leña que queméis, los tubos han de desembozarse del hollín. Éste se acumula sobre todo en la zona de los codos. Notaréis que los tubos deben limpiarse porque la estufa no tira, se ahoga. Si la leña que usáis es resinosa, como la del pino, los hollines se forman antes. Hay que desmontar los tubos, limpiarlos con algún cepillo grande o con algún objeto que rasque las paredes, y volver a montarlos.
El otro punto a tener en cuenta es que en las juntas de los tubos puede haber alguna caída de este hollín líquido. Nosotros lo hemos sufrido estos días, y lamentablemente no nos hemos dado cuenta de que ha caído este líquido negro sobre nuestro sofá Luis XV, estropeando el tapizado ...No hombre, no, que se ha ensuciado la funda protectora de nuestro humilde sofá-cama, que tenemos por si alguien que venga a vernos quiere quedarse a dormir. Era el más barato de la tienda. Pero bueno, esto se soluciona colgando bajo la junta que gotea un bote de comida para gatos, atado al tubo por un alambre. Cuerdas y otras cosas susceptibles de arder en llamas no uséis para colgar el bote, porque pueden prender y causar un incendio. Aquí nosotros lo hemos atado con precinto, porque en nuestro caso la estufa va a muy baja potencia ya que el espacio a calentar es poco, y el tubo en su tramo final no se calienta mucho.
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