Atención; cuando recojáis el agua de lluvia para regar o para beber en invierno, tened muy en cuenta lo siguiente: la presencia del humo de las chimeneas situadas en los tejados produce dos efectos sobre el agua recogida:
-alteración del sabor y del olor: si la probáis, notaréis que el agua tiene sabor y olor a humo. No es apta para beberla.
-acidificación: el agua, al caer sobre el humo, lo arrastra y lo disuelve en ella. El humo de la combustión de la leña contiene dióxido de carbono y agua. El dióxido de carbono es arrastrado hasta los depósitos de recogida, donde se disuelve, acidificando el agua. Lo notaréis porque si metéis un dedo en el que tengáis alguna pequeña herida en este agua, os escocerá. Tened en cuenta esto a la hora de usar el agua para regar, porque, si bien a plantas como rododendros, azaleas, y otras plantas acidófilas les resultará una bendición, para plantas que crecen en tierras calcáreas puede ser un mal rollito. Yo he regado con agua recogida durante el invierno, y a las plantas les resulta agradable, si no son especialmente basófilas. Puede resultar un buen corrector del pH para tierras excesivamente calcáreas.
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