El gemelo Póllux nos permite amablemente usar una de sus patas para presentar un precioso ejemplo de adaptación animal perfecta al medio: no he visto una manera más firme, pero a la vez flexible y ágil, de agarrarse a las rocas. Las pezuñas de las cabras les permiten sostenerse en superficies totalmente verticales, sin el menor atisbo de duda. Y no sólo sostenerse, sino avanzar y correr sobre rocas abismales. Esta magnífica capacidad proviene de dos cosas, que nos pueden hacer pensar en caminos a seguir: flexibilidad y adaptabilidad. Yo pensaba, antes de tener cabras, que sus pezuñas eran duras, como los cascos de los caballos. Pero no es así: aunque externamente tienen un aspecto coriáceo, son blandas; sobre todo por la parte de abajo, que está formada por una almohadilla carnosa y rugosa. Además, cada uno de los dos dedos es independiente del otro, de manera que la articulación permite una serie de torsiones de gran elasticidad. Y esto multiplicado por cuatro patas...es magnífico ver las cabriolas que hacen en rocas y paredes montañosas totalmente verticales. Aunque son un poco malignas...los tres pimpollitos jóvenes, a saber, Cástor, Póllux y Onga, juegan a despeñarse mútuamente de las rocas...y con mala leche, diría yo...angelitos...
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