La noche es cálida, serenísima. Me pongo a mirar al cielo. Las estrellas se ven claras, hermosas. Si parpadeo dos veces seguidas, Xènius proyecta en mi cerebro la imagen de un mapa estelar con los nombres de todos los cuerpos celestes incorporados.
-Xènius, ¿qué sentido tiene todo esto?
-Te lo explicaré, dómina, pero debes saber antes las consecuencias de tal acto. Los circuitos cerebrales de los humanos no están preparados para captar tanta información en un momento dado. De manera que conseguirás comprenderlo todo en un milisegundo, para luego perecer a causa de que tu sistema neuronal quedará achicharrado al no poder procesar toda la información que le llegará. Un ictus cerebral irremisible. INICIANDO PROCESO...
-¡ALTO! Orden abortada. Que me quedan aún unos buenos polvos, Xènius. Más adelante quizás, no te digo que no. Pero...me quedo con el consuelo de que me dices que sí hay un sentido...un sentido a tener que devolver a Tycho, un sentido a tener que vender a Cástor y Póllux después de la ilusión de verlos nacer y crecer junto a su madre, un sentido a las arrugas que me salen en los pómulos, a...
-Dómina...tal vez lo que percibas no te guste.
-Bueno, Xènius...y llámame Robin.
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