Esta mañana, veo venir sonriente a mi marido, con los dos diablillos, el rojo y el verde, sobre sus hombros.
-Hola Robin, ¿te duele la pierna? -Sí-le contesto, bastante. La rodilla y el tobillo.
-¡Ja, ja, ja! ¡Vaya petarda...eres una petarda, no vales para nada.
-No le hagas caso a este estúpido, siéntate, lee y descansa hoy.
-Eres una miedica y blanducha. Te voy a retar...
Y veo que le dice algo al oído de mi marido. Éste, todo sonriente, me propone lo siguiente:
-¿Te apetece subir esta mañana a la montaña alta, la que querías subir el otro día? Vamos, si no te duele mucho la rodilla...
Diablillo rojo del demonio...te vas a enterar...
-De acuerdo. Subamos pues.
Así que intentas probarme...quieres saber cuáles son mis límites, ¿verdad? Pues mira, a mí también me apetece averiguarlos...
Imaginemos que el percance de ayer nos pasa haciendo un vivac, o una excursión larga por un sitio deshabitado y agreste. ¿Es capaz la mente humana de sobreponerse al dolor y tirar para adelante? A ver, estamos hablando de una lesión mínima, seguramente no es más que una distensión de ligamentos; pero bueno, vamos a probarnos a nosotros mismos de lo que somos capaces. Venga, me apetece este reto...
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