En estos días se celebran muchas fiestas relacionadas con san Isidro y otras advocaciones relacionadas con la presencia de reliquias en diversas poblaciones. Estos acontecimientos son fuente de alegría y también de ingresos, porque mucha gente viene expresamente a ver los sagrados restos de los santos; proliferan brazos incorruptos, trocillos de dedos, dientes, pelillos...ya sabía bien lo que hacía Santa Elena, la madre del emperador Constantino, cuando se fue a Tierra Santa y se trajo trozos del Lignum Crucis, la cabeza del Baustista, la sábana santa e incluso el prepucio de Jesús, que se conservaba en el Templo desde que Nuestro Señor fue circuncidado.
Yo no me atrevo a llegar tan alto, pero...¿no habéis oído hablar del prepucio de San Borondón? Pienso que puede ser fuente de ingresos y de profunda devoción para nuestra finca, que se transformaría en lugar de peregrinación y de milagros varios.
Ahora bien, ¿de dónde saco yo un prepucio? Hombre, por ahí viene mi marido...cariño, ven aquí y trae de paso el cuchillo jamonero...
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