Nunca en la vida nos habíamos encontrado con floripondios tan grandes en los ajos. Salía algún tallo para florecer, pero no estos cañardos. Hemos hecho una prueba, que os explico por si os es de utilidad.
A algunos de los ajos les cortamos la flor antes de que se abriera. A otros se la dejamos. La presencia de la flor atrae a muchos insectos, especialmente avispas, que disfrutan libando el néctar. Pero en contrapartida, parece lógico pensar que parte de las sustancias nutritivas que la raíz absorbe se van para nutrir el cabezón floral, por lo que el bulbo pudiera resultar más pequeño.
Pues...aquí está el resultado. En nuestro caso, efectivamente, los ajos con el floripondio han salido algo más pequeños que los ajos a los que quitamos el tallo floral antes de florecer. En la foto de la derecha no se aprecia bien, pero los números nos lo aclararán:
-ajo sin floripondio: 22 cm de media
-ajo con floripondio:17 cm de media
La longitud de la circunferencia del bulbo se ha medido en la parte más ancha en los dos casos.
En fin, es cuestión de hacer un balance entre favorecer la biodiversidad de los insectos y el tamaño del bulbo. Pienso que una buena solución es mantener unos con flor, y otros sin ella. Decisión salomónica.
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