Pues sí, nuestros perrillos se lo pasan bomba. Eso de poder triscar a sus anchas sin que den ni les den la brasa los humanoides temerosos es una caña. De manera que Troya está exultante. Es una gozada ver a los perros con el pelo brillante, la mirada viva, esa respiración excitada, y siempre a punto ante nuestro menor movimiento para acompañarnos a la aventura. Cualquier paseo es para ellos una excursión apasionante. Son felices.
Yo, cuando voy por el monte, me imagino como Diana, la diosa cazadora que lleva a su jauría a su alrededor, con el arco y las flechas, en busca de su presa...que no tiene que ser necesariamente animal. Tal vez un hermoso mancebo esté pronto a caer en la trampa de la diosa cazadora...uy, mira, por ahí viene uno...¡maridíiiiiinnnnn, ven, mira, que hay una cosa que te gustará ver, mira hacia allá, sí, mirando a Cuenca¡
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