El clan gallináceo sigue a lo suyo. Han colonizado toda la finca y se dedican a remover la tierra dándose sus baños de sol. Por cierto, que Yogui-Goyo ha perdido su virginidad; bueno, eso de perder suena como si lo de la virginidad fuera un tesoro (resto de la cultura judeo-cristiana que considera el sexo como pecaminoso); más bien diría que ha ganado en calidad de vida. La primera gallina que se ha picado ha sido la líder, la gallina del Prat más grande. En fin, ha sido un poco rápido, pero parece que efectivo: la señora gallina movía las plumas de la cola más contenta que unas pascuas.
Esta mañana lo ha intentado con una de las ponedoras, pero esa no se ha dejado y se le ha revuelto, algo cabreada, persiguiéndolo. En fin, gallito, no siempre se puede...
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