Las moscas están insoportables. No puedo más. Me chupan, me recorren con sus patitas frías...se ponen en los lagrimales, en las comisuras de los labios, en las piernas, en los brazos...
No puede ser.
De manera que como tenemos más borrasas, hemos hecho esta mosquitera gigante bajo palio, y se acabó.
La verdad es que no me atrevo a matar ni una mosca. Sí, soy así. Aparte de que son criaturas vivientes, es muy desagradable eso de ir aplastando dípteros a revistazo limpio. Se quedan con el abdomen aplastado sobre las superficies, dejándolas cubiertas de un reguerillo blanquecino como grasiento...y con las patitas hacia arriba, moviéndolas lentamente en los espasmos finales...en fin, cada cual que haga lo que quiera, pero el aplastamiento mosqueril no es lo mío.
Así que aquí está la carpa de las mil y una noches, al atardecer de ayer, con los gatos ya esperando para colgarse de las redes y disfrutar de este nuevo parque temático.
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