Sí, ya se que da yuyu, pero ni se os ocurra nunca matar a esta hermosísima criatura: la mantis religiosa. Cuando la veáis, sentaos cerca de ella un rato, y disfrutad de los maravillosos movimientos de su cabeza, y de su mirada inteligente. Con sus patas recogidas, espera el paso de otros insectos, y si es de buen tamaño, puede atrapar incluso ratones, aunque no sé yo, si viera una mantis tan grande como para atrapar un ratón, quizás correría en dirección contraria. Esta que se entrevé en la malla del huerto está esperando a ver qué pasa. Es marrón verdosa, excelente mimetismo. Por si acaso, no la toco, porque esas patitas con pinzas no me convencen. La saludo de lejos.
Es curioso como en el mundo de los insectos, los más grandes y visibles suelen ser los menos peligrosos para los humanos. Los más pequeñitos son los más puñeteros. Dejaremos pues que nuestra amiga nos ayude a controlar pulgones y moscas de diversos colores (mosca blanca, que ataca el huerto; mosca negra, que me pica a mí especialmente).
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