En estos días que ha hecho tanto frío, las manos y la cara se quedan ajados al estar a la intemperie con el viento y cogiendo olivas. Cuando hace unos días ya se me quedaron las manos que parecía la momia de Ramsés II, decidí probar, en lugar de las cremas hidratantes tradicionales, que hacen efecto unas horas y después la piel se queda seca de nuevo, decidí probar, como digo, el aceite de oliva.
En el uso del aceite de oliva en cosmética, normalmente se suele mezclar con alguna base que permita una mejor absorción por la piel, como la glicerina. En mi caso, voy a probar el aceite directamente. El problema que presenta es que no penetra del todo con rapidez, y entonces puedes manchar algo que toques. Este efecto se compensa por el inmediato alivio que da a la piel nada más aplicarlo, y el efecto duradero en el tiempo. De momento, lo que yo estoy haciendo es directamente aplicarme el aceite en las manos y en la cara, y masajear hasta que ha penetrado. En caso de que queráis que no queden restos brillantes en la cara y manos, pasaos un papelito para absorber el exceso. Recordad que esto sólo puede hacerse con aceites de probada pureza porque los que son comerciales normalmente han sufrido mil y un avatares, y a saber qué aditivos llevan. Con el nuestro no hay problema, puro zumo de oliva.
El aceite de la foto me lo comí en forma de canapé, que la ingestión por via interna es también una manera de aportar vitalidad a la piel.
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