Ayer mi marido llevó un pequeño presente a los anteriores dueños de la finca. Les llevamos una botella de dos litros de nuestro aceite. El señor Pere y la señora Antonia tenían esta finca heredada de sus antepasados, junto con muchas tierras más, pero sólo tienen una hija, que no se ha casado y ha tomado su vida laboral por otros derroteros, así que las fincas estaban sin trabajar, y por eso las van vendiendo. Pero estos olivos los plantaron el padre y el padrino del señor Pere, y como homenaje a su esfuerzo, pensamos que deben tener una pequeña muestra de que su trabajo no fue en vano, y que sus olivos siguen vivos y produciendo. Es muy triste ver las fincas yermas, que nadie cuida ya, y cómo los olivos agonizan hasta morir.
Me encanta hacer estos pequeños obsequios. La gente no se espera que te acuerdes de ellos, y se les pone una cara de ilusión...hasta los ojillos se les humedecen un poco. No hacía falta, te dicen. Sí hace falta, al menos nosotros lo vemos así.
¡Ay! Qué sencillo es hacer un poquito feliz a los demás...
No nos cansamos de mirarlo. Qué hermosura..
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