Hoy estoy algo tristucha, pero acabo de meterme entre pecho y espalda un vasito de vino de Teruel y parece que la melancolía se disipa. Lo que pasa es que luego he dudado de si este vinito producía alucinaciones, porque he visto...¿un arco-iris volando?
Es un pájaro bellísimo, el abejaruco o abellerol en catalán, Merops apiaster. La criatura no es que sea muy elegante en vuelo, porque el diseño de sus alas es muy triangular: una forma carente de delicadeza, pero extraordinariamente efectiva a la hora de realizar maniobras. Y en recompensa, es hermosísimo en sus tonalidades. Amarillos, verdes tornasolados, anaranjados, azules...los colores del espectro luminoso, todos desplegados y en danza ante nuestros ojos. Una gozada.
Esta visión me ha levantado el ánimo y me ha sugerido la idea de que, siempre, podemos hacer como el abejaruco, que en invierno, cuando van mal dadas, se va a Africa, a buscar otros horizontes...siempre se puede volar, amigos...aunque siempre nos llevaremos a nosotros mismos como compañeros.
1 comentario:
Hace unos años se instalaron cerca del camino de subida a mi casa.
Desde entonces, hay otro gozo mas en mi vida: "L'excels abellerol".
Ahora ya son mas. Mas gozo.
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