Por hoy hemos acabado la jornada de recogida de aceitunas. El día ha sido bronco, porque hace mucho frío y mucho viento, con lo cual al pie de árbol te quedas pajarito. Pero es una gozada ir recogiendo las olivas, tan negritas, y tenerlas en la mano. Están brillantes.
Nuestros animales no colaboran. Al contrario, los gatos se suben al árbol y cuando no te lo esperas, te lanzan la patita y te dan un susto. Los perros se sientan al pie del árbol, y juegan entre ellos; de cuando en cuando se comen alguna oliva, se oye cómo rompen el hueso con los dientes. Y las señoras cabras, a la que te descuidas, se comen la cosecha. Las olivas le gustan mucho a Peque, que prefiere cogerlas del capacho que de la rama.
Cuando paramos para comer algo, allí están ellas. Les encantan las patatas fritas, el maíz tostado, las pipas de girasol y demás cosillas de aperitivo. Las dos hembras son más comedidas, pero Peque se tira encima, quiere que le des toda la bolsa.
En fin, que he pensado que la próxima mascota que tengamos sean uno monitos titis de esos que en la Polinesia están amaestrados para coger cocos de las palmeras, y dátiles. Con sus manitas podrían ir cogiendo las olivitas, en vez de estar aquí de panching, como la peñita ésta que tenemos alrededor.
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