En estos tiempos de excesos gastronómicos que se avecinan (no en nuestro caso), para realizar el necesario contrapeso en el universo, esta noche me apetece un plato de lo más sencillo, tan sencillo que se ha considerado desde siempre un signo de carecer de recursos: pan y cebolla. Para quitarle a la cebolla la rabia que la caracteriza, se pone en un plato con agua y sal durante un cuarto de hora. Luego se aliña con unas gotas de vinagre y un generoso chorro de aceite. Debe dejarse reposar un poco, para que el aliño se encariñe con la cebolla: cuando te la llevas a la boca, ese crujiente bocado, esa fresca sensación que da en el paladar, con ese toque a vapor azufrado que limpia las vías respiratorias, es ya supremo si vas mojando una rebanadita de pan con tomate en el aliño...delicioso.
Mi marido opta por pan con embutido, y de postre un chocolate deshecho, con más pan para mojar en él. Es de esas personas que para romper el telillo de la yema de un huevo frito gasta media barra de cuarto. Yo con la ensalada de cebolla ya doy por concluída la cena de esta noche.
2 comentarios:
una cena austera pero sin duda de las mejores que se pueden cenar a mi me encanta la cebolla y no hablemos de sus cualidades un autentico manjar
un saludo
La cebolla tiene un pequeño problema si la tomo por la noche: al menos a mí, como es diurética, me hace tener más pipi, y no dudes que esta noche sobre las 5 de la mañana, tendré que salir de la casita de madera urgentemente.
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