martes, 22 de febrero de 2011

SOBRE LA EDUCACION

La magnífica conversación que tuvimos el sábado con David y Virginia me ha dejado varias cosas en las que voy reflexionando. Virginia nos estuvo comentando sus inquietudes en el tema de la formación.
El sistema educativo actual nos coge en sus amorosas manos cuando somos tiernos retoños. Y tanto si nos gusta como si no, hala, a aprender. Gracias a los Dioses, contamos con el criterio y el saber hacer de los maestros y el personal educativo, que hace milagritos para matizar, humanizar y personalizar las frías enseñanzas programadas. Si eres un buen niño y no protestas, te esfuerzas y acatas, pues medras y el sistema te recompensa con excelentes calificaciones. Pero si no estás por la labor...a galeras a remar.
Pero no todas las personas respondemos al mismo patrón (afortunadamente). Hay personas que aceptan el sistema tal y como está montado, con mayor o menor fortuna para su formación. Y hay personas que dicen que no, y es no. No quieren estudiar. Normalmente, sus familias les dan el ultimátum: o estudias o te pones a trabajar. Y estas personas, pues se ponen a trabajar.
El fracaso escolar: niños que no se adaptan al sistema. La pregunta del millón: ¿deben los niños adaptarse al sistema porque sí?
Estas personas que se han visto lanzadas al mundo laboral tempranamente suelen ser las mejores conocedoras del mundo y del alma humana. Digamos que tocan la realidad antes, y saben de qué palo va la peñita. En cambio, los que hemos estado vinculados al mundo académico muchos años, hasta que los masters ya nos pillan con casi 30 años, vivimos en un mundo de ilusión y fantasía, y luego nos pegamos unas tortas vitales de campeonato.
Pero el tema es: estas personas que han salido tempranamente del sistema, llega un momento en que pueden sentir la necesitad de aprender algo que realmente les interesa: y aquí el sistema falla. O eres autodidacta, o caca de la vaca. Pero bueno, esto también permite escoger qué y cuándo uno se forma. Y os diré una cosa: lo que aprendan estas personas, permanecerá en ellas para siempre, y lo asimilarán y utilizarán correctamente, sacándole el mayor provecho posible; porque aprenden lo que realmente necesitan, porque quieren. Mientras que nosotros, ¡oh loados licenciados, ganadores de la carrera vital académica!, ¿qué hacemos con nuestros polinomios, las derivadas, las integrales y las ecuaciones diferenciales? ¿Y nuestra corona de laurel?
Como dije una vez, lo que se aprende con el corazón, no necesita libros para ser recordado. Adelante, Virginia, y escucha a tu corazón.

8 comentarios:

renasci dijo...

Efectivamente el tema de la educación es algo que hay que cambiar si queremos educar a nuestros hijos en la creatividad, en la libertad de crecer y aprender.

No sirve para nada pasarse 5horas al dia, 5 dias a la semana si los contenidos que te ponen no te interesan. Así no se aprende, y ademas, así matamos la inquietud de las personas... (o de la gran mayoria).

Esto tiene que cambiar...

Marta dijo...

Robin, ¿pero os animais a tener un hijo? Seriais muy buenos padres.

Robin dijo...

A lo mejor parece que tengamos muy claras las cosas precisamente porque no tenemos hijos. No es lo mismo estar con niños un ratito, y jugar con ellos y reirse, que pasarte 24 horas al día y educarlos: con tanta influencia rara que hay por el mundo, seguro que a mí me saldrían...políticos de derechas¡¡¡¡¡¡¡

leganycia dijo...

Si nos referimos en esta entrada a la educación reglada diría que su currículo es desacertado y potencia el fracaso y el abandono escolar a edad temprana. Pero si hablamos de lo que cada uno quiere hacer con su vida opino que hay que dejar hacer a cada persona lo que en ese momento decida y esperar los resultados. Si se equivoca será su equivocación y tendrá que cargar con las consecuencias, si acierta será su acierto y recibirá su recompensa.
La educación es tan relativa y los hijos no vienen con un manual particular para cada uno, por que cada uno es un mundo.
Yo he tenido la suerte de tener unos padres adelantados a su época. Me inculcaron el estudiar para prosperar en la vida, pero yo, joven y alocado, decidí dejar los estudios y trabajar y ellos me apoyaron. Empecé con 14 años en una droguería como repartidor y aprendiz. Estudié mientras tanto el BUP (mis jefes siempre facilitaron que fuera a las clases nocturnas, es un decir, empezaban a las seis y acababan a las diez). Pero luego decidí, ya con novia, dedicarme a trabajar y abandonar los estudios, el dinero era muy goloso y nosotros, jóvenes consumistas.
Pasé por ciento y un trabajos, camarero, cartero, peón, dependiente, etc… todos poco recompensados por el poco dinero y el mucho horario, hasta acabar como vigilante nocturno. Entonces, en esas noches eternas con la sola compañía de mi soledad, ya con mis añitos a cuesta y tres preciosas niñas y me dije: "ahora me apetece estudiar", saque el acceso a la universidad para mayores de 25 años y me involucre en una diplomatura: "relaciones laborales", quería luchar, inocente de mí (y eso que ya era talludito), por los derechos de los trabajadores, para que nadie tuviera que pasar, más, por largos horarios y cortos sueldos.
Acabé la carrera año por año, contra el pronóstico de mis padres, demás familia y sobre todo de mi mujer, nunca creyó en mis posibilidades (trabajo, niños, etc.) con unas notazas. He de decir, a mi favor, que he robado horas al sueño, pero nunca a mi familia (la verdad, ahora que lo pienso, no se como lo puede hacer, creo que fue coraje, vosotros decís que no puedo, pues aquí tenéis, dos tazas y media).
Finalmente no me dedique a la carrera pero esos estudios me valieron para conseguir el puesto que tengo hoy.
Por eso cuando mis hijas no estudiaban ni me preocupé ni las alcé la voz, las aconseje tiernamente y sobre todo con datos (me recordé, en esos momentos, a mis padres), cuando decidieron, con 18 años y la ESO acabada, dejar los estudios y empezar a trabajar la apoyé, (otra vez veo en mí a mi padre), con la convicción de que cuando estén hasta el culo de que las maltraten y las exploten en los trabajos recapacitaran y les entrará el gusanillo de estudiar y forjarse un mejor porvenir y creo que podrán hacerlo, ¿por qué no?, cosas más increíbles han pasado y yo las he vivido en primera persona.
De cómo me entró la vena de regresar al campo y medio vivir de lo que nos produce, es otra historia.
Perdón por el rollo, creo que me he emocionado escribiendo.

Un saludo

Robin dijo...

De rollo nada,me ha gustado saber un poquito de tu vida. Lo que pasa que no es muy normal encontrar padres que apoyen a sus hijos sea cual sea la decisión que tomen: todo el mundo que he conocido, que tomó en su tiempo la decisión de dejar de estudiar han tenido que enfrentarse a la caballería rusticana, una especie de ogros feroces, que llegaban a amenazar con la expulsión de la casa paterna a quien se atrevía a tal cosa. La educación reglada debería ser permeable, permitir a la gente entrar y salir según sus necesidades. Antes, por ejemplo, un licenciado podía decidir si se hacía doctor en cualquiere momento de su vida, aunque hiciese 30 años que hubiese acabado la carrera: ahora, pierdes toda oportunidad si no te doctoras en los 5 años posteriores a la licenciatura. Lo considero una aberración.
A ver si te animas y nos permites compartir qué te llevó a regresar al campo. Me parece que eres un "tipo" muy interesante...

David dijo...

Hay una cita o un refrán (no recuerdo muy bien) que dice algo así como: los padres no están para hacer niños, son los niños los que los convierten en adultos. Puede que ese sea uno de los motivos por los que la sociedad no funciona. Para mí la educación es lo que más se maltrata cuando las sociedades supuestamente avanzan pero en realidad se están degradando. Si no sabemos educar a las siguientes generaciones irremediablemente iremos a peor. No hay nada más que ver como se ha degenerado en las últimas, criados por abuelos, sin normas, ni reglas, pero tampoco retos ni libertad real ni reponsabilidad por nada...
En realidad seríais unos excelentes padres, creo, porque sois excelentes PERSONAS.

David dijo...

Perdón, parece que el comentario se había quedado en el limbo y se ha despertado al volver a entrar.
leganycia, me ha parecido muy interesante el comentario, y como Robin me apunto a la historia de por qué volviste al campo.
No me quejo de padres, pero me gustaría que tuvieran un poquito de vosotros, y si algún día soy padre que puedan decir lo mismo de mí.
Saludos

Robin dijo...

Gracias, amigo David. Uf...yo pienso que las personas, no sé porqué razón, se olvidan de cuando fueron niños. Yo me acuerdo de mis inquietudes, de mis anhelos, de mis dudas...y de que mis padres, absorbidos por el trabajo, jamás me preguntaron absolutamente nada sobre todo eso. Me acuerdo que cuando me dijeron en el colegio que las mujeres teníamos una cosa que se llama "regla", yo, extrañada, se lo pregunté a mi madre; le dije (me acuerdo perfectamente): mama, ¿es verdad que a las mujeres nos sale sangre por la "patatona"? (que era la forma familiar de llamar la vagina.). Pues mi madre, sin levantar la cabeza de la tarea que estaba haciendo, se limitó a contestar un apenas audible "sí". Y nada más. El día que le vino a mi hermana, se lo tuve que explicar yo, porque temblaba como una hoja del susto que se pegó. Se lo habían explicado en clase, pero el susto siempre es morrocotudo. Pues mi madre...tema tabú. Por eso desde pequeña me dediqué a buscar toda la información en los libros, y por eso me gustan tanto. Muchos padren dimiten de ser padres. Eso sí, me dejaron bien claro siempre que el mayor pecado que podía cometer en mi vida es llegar un día embarazada a casa. Esto me lo dijeron cuando tenía ya 25 años, no os lo perdáis...Me supo mal no por lo carca que me pareció el discurso, sino por lo poco, poquísimo que me conocían; lo último que se me hubiera ocurrido, como de hecho lo he demostrado, es tener un hijo. Y ellos no me conocían...No sé. Tampoco puedo juzgarles; eran sus circunstancias. Pero la gente que tiene hijos deberían pensar que tienen sentimientos,pensamientos, ideas,y que deben hacer que las expresen, no ignorar y delegar en abuelos y profesores.