LA BUENA GENTE

Estamos muy contentos de haber venido a vivir a este lugar. Mi marido alucina con la amabilidad de la gente de La Palma. Y es que, aunque como en todas partes, habrá gente de diferente manera de ser, el porcentaje de buena gente es mayor aquí que de donde veníamos. Y es que en Urbanilandia, a la gente la tienen muy machacada, y también se comprende que las personas reaccionen con mal humor, mala cara y malas contestaciones. Afortunadamente, en los pueblos, es diferente.

Nosotros, aunque estamos aislados en el monte, y podemos ir de aquí para allá, antes de tocar cualquier cosa de una finca, pedimos permiso. Así ha sido para coger esquejes de granado, por ejemplo, aunque el dueño no se hubiese dado cuenta...pero a nosotros nos gusta hacerlo así. Llamadnos tontos, si queréis...pues lo mismo hacemos para la leña. Hay muchos árboles caídos en los márgenes de las fincas, y hemos pedido permiso para cortarlos...y la respuesta es siempre sí. Pero además, con una sonrisa, con amabilidad. En Urbanilandia, casi siempre es una mirada de desconfianza, para luego ser un no, o pidiendo algo a cambio. Una vez, una señora que iba por la calle se mareó, y se caía: nos acercamos a ayudarla, y lo primero que hizo fue intentar alejarse, se pensaba que la íbamos a atracar. He visto gente caída en la calle, y los demás pasando a su lado sin ni siquiera mirarlos. Se está perdiendo el concepto PERSONA.

Pues aquí en La Palma, la gente es amable, abierta, sonriente. Dispuestos a ayudar. Es verdad lo que nos dijeron en cierto lugar cuando dijimos que habíamos comprado una tierra aquí: habéis ido al pueblo con la mejor gente de la comarca.

Y después de este publi-reportaje de ensalzamiento, espero que os animéis y vengáis a visitar el lugar. Por ejemplo, para demostrar que la tierra es fértil y no marciana, encontraréis un inmenso Pino gigante, declarado Árbol Monumental. O sea, que si no me salen los calçots, no es culpa de la tierra, es culpa de la torpe (yo) que los planta.

Que conste que no cobro comisión ninguna.

Así que cuando os digan que la gente está triste, amargada, rabiosa...coged y marcháos de la ciudad, id al mundo rural y veréis que el mundo no está perdido para siempre.

Esta entrada me la ha inspirado el señor Angel Ferreret, que esta mañana ha venido a visitarnos un ratillo.