jueves, 4 de agosto de 2011

EL BOSQUE DE LA FINCA



Esta mañana nos hemos ido a dar un paseo por la parte de la finca que es bosque. A las cabras no les gusta especialmente esta zona porque está muy llena de sotobosque. Así que hemos ido los humanoides solos, junto con los perros, claro, que son inseparables.
Yo tengo como objetivo transformar poco a poco este bosque de pino blanco, desgarbado y penosillo, en un encinar más de acuerdo con las características del lugar. Lo que una vez fue, vamos. Entre los pinos van creciendo encinillas, que progresan muy muy despacio, poco a poco, verdes, oscuras y frondosas como corresponde al bosque autóctono de la Península Ibérica. Más resistente al fuego que los pinares, que arden como teas. He visto encinas quemadas regenerarse en un año, brotando aún con más fuerza que antes.
Mi idea es ir cortando los pinos que rodean a las encinas para favorecer el crecimiento de éstas.
Pero mi maridín no está muy de acuerdo. Le dan pena los pinos. Comprendo su punto de vista. Pero son pinos delgaduchos y faltos de vitalidad, que sólo crecen en la punta, al estar muy cerca unos de otros.
En fin, para hablarlo en una agradable velada, los dos juntos, frente a un vasito de te o de café.


En la imagen, la ladera noroeste de la excelsa Punta de la Faba.

2 comentarios:

David dijo...

Yo ni lo pensaría, estoy contigo, fuera los pinos!
Estoy un poco lejos pero si hace falta os puedo envíar la motosierra, es pequeña pero para esos pinos os vale.

Robin dijo...

Gracias David, te honra tu ofrecimiento.
Tenemos una motosierra de la época épica de la jardinería, pero mi maridín prefiere cortar a mano, porque si no son troncos muy grandes no le cuesta mucho, y porque así se mantiene en forma y se chulea de los bíceps que tiene delante mío.
Hombres...