Bueno, ya teníamos el síndrome de la excursión perdida, a causa de no poder ir muy lejos por la pequeña Tanit. Pero dado que es una especie de monstruito galopante, ayer decidimos que ya era tiempo de salir a triscar montes en aventuras más enjundiosas.
La leche...
Siempre nos pasa igual. Nos vamos con lo puesto...y con el calor que hace sobre el mediodía...agua, agua...
No tenemos agua.
Los animales no tienen problema, porque sabemos dónde están los cocuns donde pueden abrevar. Pero nosotros nos arriesgamos a paludismos varios y fiebres terciarias si bebemos de ellos. Están verdecitos y repletos de vida.
Nuestro objetivo esta vez es un abrigo lejano, en la vertiente de Vinebre, que hemos visto a veces en la distancia.
Digamos que esta vez la excursión nos ha escogido a nosotros...porque hemos perdido el camino, y nos hemos metido al final por una barranca (como casi siempre) llena de pinchos (como siempre) y que me ha dejado las piernas hechas un cromo; luego os enseñaré cómo han disfrutado mis queridas amigas las moscas con mis heriditas.
Diremos que la excursión promete...y también que es posible que no haya más entradas hoy...
Igual nos da una cagalera galopante...ya veréis.
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