jueves, 9 de diciembre de 2010

CÓMO NO HACER JABON











Al principio todo empezó bien.

En la báscula digital medí la cantidad de sosa cáustica necesaria según las instrucciones que indicaban el propio bote. Asimismo, coloqué una cazuela sobre la estufa, para que el agua estuviera caliente. Siempre según la receta que indicaba el bote de sosa. A continuación, he añadido la sosa al agua caliente: ha empezado a subir la espuma de manera espectacular. He empezado a remover, al mismo tiempo que añadía el aceite. El aceite que he usado es uno barato del súper, que ya no vamos a usar para comer. Continuamos removiendo...

Pues se ha formado la de Dios es Cristo. La espuma ha empezado a subir, a subir, y he tenido que llamar a mi marido, porque se salía por los bordes de la cazuela, y además quemaba. Hemos repartido el contenido en otra olla más, y venga remover, porque a lo mejor es lo que tiene que pasar...
Total, al final, cuando parecía que la ebullición se calmaba, he puesto el brebaje este en unos moldes, y los he metido en el horno de la cocina para que ningún animal pudiera tocarlos.
Al cabo del rato, vuelvo...y ¡ay mi madre! La espuma estaba saliendo de los moldes, y allí donde tocaba, era como las babas del Alien, lo dejaba todo achicharradito...me ha entrado un ataque de risa tal, que no podía parar.
Pensaba que mi marido se iba a cabrear mucho, (uy, sus utensilios de cocina...¡¡¡¡) pero está muy contento, porque las ollas han quedado como nuevas, brillantes, y el horno está como el primer día. Ahora mismo está usando los espumarajos para desengrasar los fogones. Esto es como si fuera radiactivo...
Se admiten sugerencias, porque a esto no le veo yo visos de solidificarse, y hay como una capa superior espumosa y otra inferior líquida. Más que jabón, esto es gel de baño...pero radiactivo.

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